
REÍR EN LA ESCUELA
Hace poco, leí un artículo que hablaba sobre los efectos que tiene la risa en el ser humano. Más allá de lo obvio, que es la sensación de felicidad y alegría que nos invade, la risa junto a otras personas ayuda a afianzar el vínculo, genera sensación de seguridad y genera recuerdos compartidos que evocan bienestar físico y emocional.
En el aula, es un instrumento esencial para reducir la tensión y para que el grupo se consolide (teniendo por efecto colateral mejorar el rendimiento académico). En el 2022 se realizó un experimento mostrando que reír antes de un examen resultaba más provechoso que repasar los apuntes, ya que redujo el nivel de ansiedad y tensión y mejoró la creatividad e imaginación. Además, la risa facilita el vínculo con la maestra y con el propio espacio de la escuela, aumentando la relajación y seguridad sentida de los alumnos.
Francisco Rivero González hizo una tesis llamada “El uso del humor en la enseñanza” en la que analiza el efecto del humor y de la risa para el aprendizaje de una lengua extranjera. Desde luego, sus hallazgos sirven para pensar en la práctica educativa como un todo, porque parece que algo tan sencillo y obvio se ha quedado en el olvido y bajo la sombra de la “seriedad formal” que muchos docentes defienden y ejercen.
¿APRENDEMOS MENOS SI ESTAMOS RIENDO?
Muchos docentes han tomado la risa como señal de distracción o falta de respeto por parte de los niños y adolescentes, adoptando una casi prohibición de la risa en el aula. Pero… ¿acaso es necesario estar serio para estar concentrados? Sin lugar a dudas, la respuesta es NO. La risa, entre otras cosas, aumenta nuestra capacidad de memorizar y, curiosamente, nos hace prestar más atención. También potencia la creatividad y la imaginación, por lo cual no puede haber mejor fórmula para el ambiente educativo.
Sin embargo… bien poco reímos en la escuela, en el aula. Nos hemos tomado “demasiado en serio” la tarea y hemos confundido el compromiso y la implicación con cierta amargura y gravedad. ¡Qué diferente sería si recuperásemos el humor y la risa! Reírnos incluso (y sobre todo) de nosotras mismas, de nuestros errores e inseguridades, reírnos junto a las compañeras de trabajo, ojalá también con las familias. La escuela necesita este elemento para poder ser un ambiente agradable para la infancia y las adultas que allí estamos…
No hablo de diversión ni entretenimiento, no confundamos. No se trata de transformarnos en docentes payasos cuyo único objetivo es provocar una risa constante para que “no se aburran”. Hablo de una alegría compartida y auténtica. En palabras de otro autor, “[…] la Pedagogía del Humor es básicamente el buen humor integrado en la pedagogía, de forma natural, sistemática y sostenida, desarrollando una mejor forma de enfrentar la vida y mejorando la capacidad intelectual de los educandos, aprendiendo contentos y enseñando con alegría”*.
Así que ya sabemos… en la vuelta al cole de septiembre, vengamos cargados de risas de todo tipo que vayamos cosechando a lo largo del verano. Sin duda, eso nos hará empezar el curso más sanas, disponibles y renovadas, pudiendo llevar esa actitud al aula y contagiarlo siempre que posible.
Texto: Fernanda Bocco.
* González Ynfante, 2009.