EL VALOR DE LOS RITUALES: TODO IGUAL PARA QUE TODO SEA DIFERENTE

Ya huele a Navidad: las luces, los dulces típicos de estas fechas, los calendarios de Adviento. En realidad, hace tiempo que parece que la Navidad ha llegado, como si hubiera cierta prisa en adelantar los tiempos. Suelo bromear diciendo que algún año se nos va a juntar “la vuelta al cole” con los turrones.

Recuerdo con emoción el roscón que comía de pequeña. Entonces, a diferencia de ahora, solo podía encontrarse en unas fechas determinadas, en un tiempo concreto. Alrededor de algo que se repetía año tras año, giraban múltiples sensaciones y vivencias cargadas de significado: la espera e ilusión por que llegaran esos días, la complicidad compartida con el resto de la familia al buscar trucos para adivinar dónde podía encontrarse la sorpresa, la alegría de encontrar la figurita escondida justo en el trozo que te habían repartido… Esas pequeñas historias y su repetición son las que nos configuran, nos construyen. Como dice Galeano, estamos hechos de historias.

Más allá de lo atípico de estas fiestas, pandemia mediante, ojalá consigamos que estos días sean menos rutina y más ritual. Lo primero, como dice Catherine L’Ecuyer, es aquello que repetimos de forma automática, monótona y carente de sentido. El ritual, sin embargo, es aquello que hace que “un día sea diferente de otro día. Una hora de otra hora”, en palabras del Principito. Ojalá logremos darle un nuevo sentido a estos días, encontrando por los huecos y recovecos, entre los regalos y las comilonas, maneras de seguir convirtiendo “en mágico lo cotidiano” y así, recuperar el significado profundo, auténtico, de estas celebraciones.

Texto: Nuria Comonte.

Imagen: Autora desconocida.



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