NINGUNA PANTALLA PUEDE SUSTITUIR UNA RELACIÓN EDUCATIVA

Hace poco leí que el rechazo social es percibido en el cerebro del mismo modo que un dolor físico. Sorprendente, ¿no? Si lo pensamos detenidamente tiene un sentido evolutivo: antes, ser excluidos del grupo podía significar la muerte, por las dificultades que encontraríamos para sobrevivir por nosotros mismos. Lo cierto es que nuestro cerebro no ha evolucionado mucho desde entonces y todavía hoy sigue siendo un imperativo biológico tener relaciones saludables, recibir afecto, sentirnos vistos y reconocidos por otro, vivir la pertenencia. Es una necesidad básica, de primer orden.

APRENDIZAJE VINCULAR

Esta realidad se manifiesta también, cómo no, en el aprendizaje. Por un lado, porque aprendemos y nos desarrollamos, en gran medida, gracias y a través de la relación con otro (nuestros padres/madres, maestros, amigos…). Nuestro cerebro está preparado para ello; recordemos por ejemplo las neuronas espejo o el aprendizaje por imitación.

Pero no solo eso: para que los niños y niñas estén abiertos y receptivos al aprendizaje es necesario que sientan suficiente seguridad emocional. Sin ella, su sistema nervioso estará alerta e hiperactivado, lo que hará más fácil que aparezcan respuestas conocidas como “disruptivas”: más conflictos, interrupciones, falta de concentración y búsqueda de la atención del adulto.

Pero, además: ¿puede un niño atreverse a responder nuestras preguntas, si no sabe con certeza que su posible “error” no tendrá una consecuencia fatal? ¿será capaz una niña de desplegar sus capacidades si siente que no merece ser vista?

El aprendizaje vincular nos habla, entonces, de que debemos sentirnos seguros y relajados para poder explorar posibilidades, adquirir conocimientos; abrirnos al mundo, en definitiva. Como maestras, debemos tener muy presente esta realidad y convertirla en una prioridad. Con frecuencia nos podemos sentir frustradas e impotentes porque nuestros alumnos/as no van al ritmo de aprendizaje que nos gustaría. Y yo me pregunto: ¿no será que estamos intentando construir la casa por el tejado?

NUEVAS TECNOLOGÍAS EN EL AULA

Sumemos a esto un nuevo ingrediente: la expansión imparable de las “nuevas” tecnologías. Es innegable el valor que tienen como recurso, en apoyo de la labor del docente, pero nunca sustituyéndola. Nunca.

Las respuestas cerebrales que aparecen en una relación entre el niño y el maestro son mucho más ricas y complejas que las que se dan cuando un alumno está frente a una pantalla; son incomparables. Pero, además, el vínculo y la seguridad emocional solo pueden construirse gracias a esa relación de respeto. Parece obvio decirlo, pero viendo la publicidad de algunos centros educativos o el empeño de algunos equipos pedagógicos quizá no esté de más recordarlo: las pantallas pueden enriquecer la experiencia educativa, en ocasiones puntuales, si antes hemos construido un vínculo suficientemente seguro con nuestros alumnos. Nunca antes y nunca por encima de él.

Espero que podamos priorizar lo importante y hoy, cada vez más, urgente. Y dejo para otro día hablar de los efectos nocivos de las pantallas, por si necesitamos más motivos.

 

 

Texto: Nuria Comonte

Imagen: autora desconocida.



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