INFORMES Y CONTRA-DOCUMENTACIÓN: ¿CÓMO NARRAMOS A NUESTROS ALUMNOS?
Hemos normalizado el concepto de “expediente” en diversos campos, tales como la medicina y la educación. Un expediente clínico recoge todo aquello que nos ha pasado: cirugías, medicamentos, pruebas clínicas, síntomas, etc. Un expediente académico o escolar recoge los resultados de las evaluaciones, lo que se le ha dado mal al alumno; quizás algún comportamiento no deseado o dificultades en el aprendizaje. Y así, cotidianamente, no le damos demasiada importancia a esa pila de papeles que, muchas veces, nos precede ante el médico o la maestra, contando de nosotros una realidad absolutamente parcial y sesgada.
En psicología, existe una práctica terapéutica narrativa que se llama contra-documentación, y consiste en “describir las capacidades de la persona, su competencia y su lugar en la comunidad a través de cartas, certificados y declaraciones personales”*. Es decir, busca poner en evidencia, a través del registro escrito, los logros, las conquistas, los talentos, las aportaciones de cada uno. Una especie de contra-expediente que pone el foco en lo apreciado de cada ser.
En la relación educativa, nos hemos acostumbrado a que la narrativa de los docentes sobre sus estudiantes se centre en lo que debe mejorar, ofuscando al niño, a la niña, en su totalidad. ¿Os imagináis el gran cambio que supondría, en esa contracorriente, crear nuevos relatos en el aula? Entregar a los alumnos y alumnas, y a sus familias, un documento recogiendo el testimonio de la maestra sobre lo que ha percibido de singular y hermoso de esa criatura. Incluso, y sobretodo, de aquellos que parecerían no ser nada más que un laaaaaargo expediente de “conducta desafiante”, “hiperactividad”, “sabotaje constante”, “imposible”, “manipulador”, “malcriado”…
Por suerte, cada vez hay más docentes conectados con la infancia y adolescencia que hacen uso frecuente de este tipo de herramienta. Hace poco, integrantes de las escuelas infantiles de Pamplona nos contaban, en el Curso Pedagogía Activa y Transformadora, su experiencia con los informes de fin de curso hacia las familias. Tomaron la decisión de no pasar un informe “oficial”, sino redactar una carta personal contando algo significativo de ese niño, de esa niña; un momento simbólico de cómo ha estado y lo que ha conquistado en ese tiempo.
Trabajando en la formación de educadores, y también en la consulta psicológica, soy muy consciente de que esta propuesta de un cambio de narrativa no va de adornar; no es un floreo a imprimir en cartulina colorida y letras bonitas. No. Se trata de algo mucho más profundo: de que nos hagamos cargo, como adultos, de la influencia que ejercemos en la vida de esos seres que acompañamos, día tras día. Nuestras palabras, nuestro relato, son el alimento de su devenir. ¡Seamos nutricios!
Texto: Fernanda Bocco.
Imagen: desconocido
*“Las Cartas Terapéuticas en el Modelo Sistémico”. MONTESANO A., MUÑOZ D., COMPAÑ V. y FEIXAS G.