LA EDUCACIÓN EN PRIMARIA: ¿POR QUÉ L@S NIÑ@S PARECEN NO TENER INTERÉS?

Cuando nacemos, venimos dotados de una tremenda capacidad de asombro. ¡Todo maravilla un niño de dos años! El mundo se ve por primera vez y toda nuestra atención está volcada en esa intensa tarea. En esa fase, es muy importante que el adulto deje espacio para ese asombro, lo acoja, se contagie, pero no intente influir en él, dirigiendo la atención del niño hacia algo que no ha descubierto por si mismo aún. Esto permite que pueda, paulatinamente, conectar su propio interés con la necesidad vital de experimentar y aprender sobre el entorno dónde vive.

Según pasan los años, el cerebro va pasando a otra fase, o otra ventana, como nos dice David Bueno (neurocientista). “Entre los 7 y los 11 años disminuye la tasa con la que se establecen conexiones nuevas entre áreas cercanas de la corteza cerebral y se empiezan a crear conexiones entre la corteza y las zonas que hay debajo.” Dicho de otra forma, en este momento el cerebro no está enfocado en empaparse del ambiente para adaptarse sino que establece conexiones entre lo que ya tiene y otras zonas, tales como la amígdala (vinculado con las emociones) y el hipocampo (vinculado con la memoria). Gracias a eso, nuestr@s niñ@s van empezando a lidiar mejor con sus emociones, ejercitando la toma de decisiones y la capacidad de almacenar información relevante, etc.

Esto tiene por consecuencia que, si bien las emociones son esenciales en el aprendizaje a lo largo de toda la vida, ahora sólo hay aprendizaje si está anclado en lo emocional. Si lo de fuera no interesa, si no hay emociones en lo que están haciendo, viene el desinterés, la apatía, el aburrimiento. “El cerebro percibe los aprendizajes sin carga emotiva como si no fuesen necesarios para la supervivencia y, por tanto, tiende a ignorarlos”, afirma David. Por ello, la educación en esta etapa debería ser lo más experimental y vivencial posible, aumentando la sensación de placer asociada a esta actividad. Hacer las cosas en grupo también potencia ese disfrute, ya que están en relación con sus iguales pasando un momento agradable y, de esa forma, retienen con más facilidad lo que están aprendiendo.

Es verdad que esto puede conllevar que haya menos tiempo para dar todo el contenido previsto en el currículum, una vez que son actividades que toman más tiempo. Pero la neurociencia nos dice que “lo importante para el cerebro en estas edades no es la cantidad, sino la calidad. No se trata de aprender muchas cosas (esto será más importante en la adolescencia), sino de sentir placer e interés en aprender cosas nuevas. En definitiva, aprender a gestionar de forma positiva las emociones de cara a los aprendizajes”.

Mientras sigamos priorizando contenidos, ¡gran cantidad de contenidos!, sobre asentar una buena base para que el aprendizaje se viva como algo relajado, natural, compartido, seguiremos teniendo cada vez más niños que “fracasan” en la escuela. Aún peor, seguiremos creyendo que ese “fracaso” es algo suyo personal, y no un desajuste del modelo educativo respecto a las etapas de maduración neurológica. Creo que merece la pena apostar por menos contenidos y por más calidad humana en la primaria, si no queremos generar personas que, a lo largo de toda su vida, sentirán que aprender, conocer algo nuevo, cambiar, es motivo de tensión y de miedo y de lo que deben protegerse…

Fernanda Bocco



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