Los límites en una educación respetuosa
Hay mucha confusión entorno a la educación respetuosa. Socialmente se piensa que implica niños y niñas que hacen lo que quieren, sin normas ni acompañamiento adulto.
Nada más lejos de la realidad.
Una relación educativa basada en el respeto implica la presencia de límites. Sí o sí. Porque son un gesto de amor. Transmiten el mensaje de: “porque me importas, no te dejo hacerlo”.
De esta manera protegemos el grupo, el aula y al propio niño de sí mismo. Porque dejarlo “hacer todo lo que quiera” es dejarlo desprotegido, en el vacío de crecer sin referencias de aquello que contribuye a su bienestar o no.
Y porque un niño que no tiene una experiencia integrada de límites coherentes sentirá mucha tensión que le será difícil de manejar, ya que está teniendo que asumir una responsabilidad que no le corresponde a él, sino al adulto.
Eso genera no solo tensión sino también malestar, frustración (sí, en contra de lo que pudiera parecer), impotencia, inseguridad, confusión y más dificultad para ir conquistando la capacidad de auto-regulación.
Porque cuando el adulto evita ocupar su papel de figura de autoridad (que no autoritaria) el vínculo afectivo se resiente.
Y con él la base segura necesaria para la exploración, el crecimiento y el aprendizaje.
¿Qué tener en cuenta en los límites hacia los niños en una educación respetuosa?
En este tiempo ofreciendo formaciones a equipos docentes y familias, me he dado cuenta de que los grandes retos a la hora de ofrecer límites son dos:
– La dificultad para ofrecer esa referencia de modo claro, firme y respetuoso al mismo tiempo. Es frecuente que aunque nuestra conducta externa parezca serena, en muchas ocasiones internamente estamos ocupando una posición autoritaria. Algo así como “al final, vas a dejar hacerlo, como que me llamo…”. Esto convierte la situación con el niño en una especie de pulso, para ver quién sale ganando y te adelanto que ahí pierden tanto el adulto como el niño y sobre todo, se resiente la relación. Este es un lugar delicado y complejo, en el que solemos estar instalados seguramente como consecuencia de nuestras vivencias infantiles y que te invito a observar e ir transformando con mucha paciencia y comprensión.
– El intento de evitar el acompañamiento de la emoción que puede despertar una situación de límite suele estar detrás de la dificultad para ofrecerlos. Aquí también te invito a un camino de auto-observación y reflexión para que puedas ir integrando nuevas herramientas para que vayas desarrollando mayor capacidad para regular tus propias emociones y por tanto acompañar las de tus alumnos con mayor comprensión y sintonía.
Uno y otro y, en realidad, todo lo que gira entorno a la educación respetuosa no se aprende leyendo libros o post de Instagram. Requiere de un camino de transformación personal que te permita sanar esos lugares internos, ofrecerte una mirada respetuosa a ti misma, para desde ahí, ahora sí, llevarla a tu aula.
Texto: Nuria Comonte
Imagen: Autora desconocida