La preparación más importante para la vuelta al cole

Comprar materiales, revisar libros, ajustar programaciones, preparar el espacio… estos días antes de que niños y adultos volvamos a las aulas, suelen estar ocupados con tareas de este tipo.

Pero… ¿y si te dijera que la preparación más importante para la vuelta al cole no tiene nada que ver con esto? Sé que esto puede ser incómodo, porque la verdad es que les dedicamos mucho tiempo y energía a todos estos preparativos. Y no estoy diciendo que dejes de hacerlo, no. Solo te invito a que imagines conmigo otra posibilidad. Y, quizá, a que la conviertas en realidad.

¿Recuerdas qué te llevó a decidir ser maestra, educadora? Quizá lo tenías claro desde siempre (como me pasó a mí, que desde que me recuerdo he estado cuidando de muñecos y primas) o quizá lo decidiste en el último momento. Sea como sea, algo te impulsó a dedicar tu vida profesional a los más pequeños (o no tanto). A pesar de lo difícil que es intentar atender a tantos niños y niñas como alguien en su despacho decidió establecer como esas ratios inasumibles. A pesar de las supuestas metas educativas que cada vez son más exigentes, pero que dejan de lado las verdaderas necesidades de los niños y niñas. A pesar del papeleo interminable, de que te lleves trabajo a casa, del poco tiempo para atender a las familias como te gustaría.

A pesar de todo eso, sigues siendo maestra, educadora. Contra viento y marea.

RECONECTAR CON NUESTRO ENTUSIASMO POR EDUCAR

El mejor preparativo que le puedes ofrecer a tus alumnos es que re-conectes con aquello que te llevó a elegir esta profesión. Que renueves tu entusiasmo por estar al lado de niños y niñas, acompañándolos a descubrir(se).

Dice José M.ª Toro que nosotros somos el primer recurso educativo. Yo añadiría, sin lugar a dudas, que el más importante. Porque no olvides que la relación educativa es, ante todo, una relación humana. Y a ella llevamos aquello que somos, lo reconozcamos o no. Nuestra luz y nuestra sombra. Lo que mejor se nos da, aquello que no nos cuesta ningún esfuerzo, y nuestras dificultades: para aceptar un llanto, para auto-regularnos ante un conflicto, para encontrar la firmeza y suavidad necesarias para ofrecer un límite.

Pero si aún no estás convencida del todo, y piensas que estoy exagerando, que en el fondo no es algo tan importante, te traigo un dato más: la neurociencia hoy lo confirma. Por si te faltan motivos, aquí va este: cuanto más presente y disponible estás, más favoreces el aprendizaje de tus alumnos. Sin esa sincronía entre tu cerebro y el suyo, no hay aprendizaje. Por no hablar de tu propio bienestar en el aula, y todo su impacto. En palabras de Marianne Franke “la fuerza que llevamos al aula es la alegría de vivir”.

Así que todavía tienes unos días, si no lo has hecho ya, para reconectar contigo. Con aquello que te llevó a ser docente. Quizá quieras escribirlo, visualizarlo, llenarte la casa de post-it con pequeñas frases que te lo recuerden, recuperar el recuerdo de aquel momento.

Elige tu manera única, propia, y regresa al aula, ahora sí, con el mejor de los preparativos posibles para este curso que empieza.



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La Semilla Violeta
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