PERCIBIR SIEMPRE LO MISMO O ABRIRSE A LO NUEVO
Creo que uno de los mayores desafíos al acompañar a niños y niñas, sean nuestr@s hij@s u otras criaturas, es estar suficientemente frescos para recibir lo que está ocurriendo, sin teñirlo con todos nuestros miedos, expectativas, juicios, proyectos frustrados, enfados… Sentir que vemos aquello que está realmente vivo, y no una repetición infinita de errores y pequeños fiascos: “siempre dejas esto tirado”, “nunca escuchas lo que te digo”, “ya estás con lo de siempre”, “¿otra vez lo mismo?”, “me tienes harta”…
Es tremendamente difícil generar un entorno dónde sea posible desarrollarse con plenitud cuando lo pre-formateamos con todo aquello que esperamos encontrar. Nos sentimos molestos, pero en algún nivel aliviados, cuando las cosas permanecen iguales y previsibles; ya sabemos con lo que nos vamos a encontrar en ese aula, con esa niña, ante esa familia, día tras día. Pocas veces tomamos conciencia de que nuestra mirada influye en ese paisaje: ¿estarán nuestros ojos entrenados para captar lo nuevo? ¿Lo sutil, lo efímero, aquello único que se presenta en este instante?
Si espero la queja, el enfado y “el drama” en una situación particular, difícilmente sea capaz de captar la gratitud, la generosidad, la paciencia de un niño o de una niña. Si vivo la realidad como un continuo monótono, a modo “Truman Show”, ya “me sé” todos los diálogos posibles, las preguntas, las respuestas, los tonos, las miradas… Desde ahí, desde esa actitud, nada hay por descubrir en las relaciones y, por lo tanto, no puedo dejarme sorprender por el otro, ¡ni por mi misma!, atados en un teatro infinito dónde sólo es posible desarrollar un único y limitado personaje.
¿Dónde queda ese enamoramiento profundo que hemos sentido en algún momento por la maravilla de acompañar un ser en constante creación de si mismo?. ¿Cuándo podrán ocurrir conversaciones, situaciones, que nos lleven a nuevos lugares?. O nos abrimos a lo que nos sucede y practicamos una mirada más limpia, anhelosa de encontrar la diferencia más que la repetición, o seguiremos confirmando cotidianamente aquello que ya hemos concluido previamente.
Imagen: autor desconocido
Texto: Fernanda Bocco