EL CAMBIO EDUCATIVO ES POSIBLE Y EMPIEZA POR TI

Las ratios inasumibles, la inacabable burocracia, las aulas poco acogedoras, la falta de
recursos y materiales, los incómodos patios… todos estos aspectos de la realidad cotidiana de
los centros educativos hacen que cualquier cambio educativo sea una tarea de titanes. Escalar
una montaña con una pesada mochila, casi cada día. Y volver a empezar el día siguiente.

Pero en este camino bastante gris que se dibuja en tantas y tantas aulas, también
aparece, si se fuerza un poco la vista, allí al fondo, a un lado, alguna posibilidad a nuestro
alcance. Porque más allá de los libros y las programaciones siempre hay un niño, una niña,
relacionándose con una maestra, una educadora. Y ahí siempre podemos hacer algo
diferente: cómo mirarlos sin juicios, qué expectativas volcamos en ellos, en qué consiste una
educación respetuosa con sus necesidades y ritmos… no es fácil, no será lo único, pero será un
primer paso imprescindible.

Darnos cuenta de esto es, al mismo tiempo, una liberación y una responsabilidad.
Porque ya no tenemos que esperar a que haya algún cambio fuera de nosotras sino que
nosotras mismas podemos generarlo. Y de responsabilidad porque esto nos impulsa a dejar las
excusas a un lado, para ponernos manos a la obra, acercándonos a esa niña, a ese niño,
desde un nuevo lugar más tierno, cercano, cálido y amable.

Sigamos soñando y defendiendo la necesidad urgente de que cambien los
planteamientos educativos desde arriba, los espacios, los materiales… y, mientras eso sucede,
veamos aquello que está en nuestra mano hacer. Como decía Teresa de Calcuta “lo que puedo
hacer es una gota en un océano, pero sin ello, el océano estaría incompleto”.

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Texto: Nuria Comonte.
Imagen: Autor desconocido.